A medida que el despliegue de energías renovables se acelera en todo el mundo, surge una pregunta tan estratégica como urgente: ¿cómo podemos integrar la generación de energía solar con otros usos esenciales del suelo, como la agricultura, la conservación de la biodiversidad o incluso el esparcimiento humano? Un estudio reciente publicado en Nature analiza más de 200 investigaciones y sistematiza oportunidades y tensiones que emergen en el desarrollo de lo que llaman paisajes solares de uso múltiple.
Según el estudio, estos paisajes no solo mejoran la eficiencia en el aprovechamiento del territorio, sino que también permiten crear beneficios económicos diversificados y fortalecer la sostenibilidad ecológica. Por ejemplo, cuando los paneles solares se combinan con cultivos o pasturas, la vegetación puede contribuir a disminuir la temperatura de los módulos y, por ende, aumentar su rendimiento energético. A la vez, se abre la posibilidad de generar empleo local, conservar especies nativas y dinamizar economías regionales. Sin embargo, no todo es sinérgico: también se identifican conflictos entre actores, competencias por el uso del suelo, y riesgos de fragmentación de hábitats si no se planifica con una mirada integrada.
Los autores del paper proponen un marco para evaluar estas oportunidades y tensiones, haciendo énfasis en la necesidad de una gobernanza colaborativa que incorpore múltiples voces e intereses. El concepto de triple impacto —ambiental, social y económico— no es un simple ideal, sino una guía operativa para diseño e implementación responsable de energía solar. En Sustentia, este tipo de análisis nutre nuestra convicción de que la tecnología será realmente transformadora cuando se pone al servicio del bienestar colectivo. ¿Qué otros ejemplos conocen donde la energía y la regeneración territorial convivan armónicamente?
