Mientras la demanda energética de México crece a ritmo acelerado, la inversión en energías limpias parece ir a contracorriente. En ausencia de subastas de largo plazo y de un marco regulatorio estable, el avance hacia un modelo energético sostenible se ve seriamente comprometido. Distintas voces del sector, como la de Usue Abad Contreras, advierten sobre la necesidad urgente de reactivar estos mecanismos para garantizar una transición energética robusta y alineada con los compromisos climáticos globales.
México cuenta con un potencial extraordinario en recursos solares, eólicos e hídricos, pero sin una infraestructura legal y financiera que permita desarrollarlos, ese potencial se convierte en una oportunidad desperdiciada. Herramientas como los Contratos Mixtos, APPs o esquemas de financiamiento innovadores podrían ser clave para canalizar inversiones privadas y permitir al Estado coparticipar del impulso renovable. La posibilidad de integrar la inteligencia artificial en la gestión energética añade otra capa de eficiencia y trazabilidad, pero requiere del soporte institucional para escalar.
Más allá de una cuestión energética, el desafío es estratégico y multidimensional: está en juego no solo la seguridad energética del país, sino su capacidad de trazar un camino propio hacia el desarrollo sostenible. ¿Qué rol puede jugar la colaboración entre sector público, privado y sociedad civil para desencadenar soluciones reales? Nos interesa escuchar tu mirada.
